Es confrontante que una empresa certificada en algún sistema de gestión le tenga miedo a las Auditorías, curiosamente este miedo ha sido infundado por los mismos auditores.
Es por eso que 2 o 4 días antes de una auditoría los colaboradores de una empresa empiezan a despertar un profundo interés en sus no conformidades, en el control de sus registros, etc.
La pregunta es entonces, ¿Quién nos enseñó a tenerle miedo a las AUDITORÍAS?
Hace mucho tiempo escuche una historia de un pueblo en donde todas las personas tenían una tradición muy particular. Cuando cocinaban pescado siempre le cortaban la cabeza y la cola, una persona ajena a esa comunidad preguntó ¿cuál era la razón de esta tradición?
Al indagar tuvo respuestas que la cabeza hacía que las personas se volvieran locas, que la cola contenía veneno y cosas muy extrañas.
Después de entrevistar a muchas personas encontró la respuesta en una viejita que se reía al escuchar todo lo que la gente decía. La razón de esta tradición dijo la anciana es que mi tatarabuela que fundó este pueblo tenía una sartén muy pequeña y cuando colocaba el pescado a cocinar la cabeza y la cola quedaban crudas, entonces ella decidió cortar la cabeza y la cola y esto se transmitió de generación en generación.
¿Se puede usted imaginar cuántas actividades se hacen como obligatorias en un sistema de gestión y en realidad no tienen ningún fundamento?
Pues el miedo a las auditorías es un sentimiento que se ha adquirido sin ningún fundamento real.
Sucede que el objetivo de una Auditoría de Gestión es identificar el mejoramiento continuo en las empresas y muchos auditores lo confunden con evidenciar los errores que hay en los procesos.
Es decir que los numerales de la norma no son leyes que terminan condenando a un acusado y las auditorías no son audiencias en donde un juez emite un veredicto.
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Los hallazgos que se identifican al momento de ejecutar una auditoría deben estar enfocados a generar correcciones, acciones correctivas o acciones de mejora.
Así mismo el auditado debería fluir en una auditoría como lo hace en sus actividades diarias de lo contrario pierde sentido el ejercicio de Auditoría.
Llevemos esta situación a un ejemplo práctico de nuestra vida. Si mañana tengo una cita al odontólogo y hoy cambio mi cepillo, me lavo muy bien los dientes, leo sobre higiene bucal y compro una mejor marca de crema de dientes, lo más seguro es que el odontólogo me felicite y no encuentre nada que yo pueda mejorar.
La invitación de este artículo es poder romper con el misticismo que se le ha dado a las auditorías y que podamos interiorizar el verdadero sentido de la auditoría.
”no le temo al enemigo que me ataca, le temo al falso amigo que me abraza”
Desconocido
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