Responsabilidad social: ¿gasto o inversión?

Hace tiempo, yo pasé momentos muy difíciles. No tenía trabajo, estaba desesperada, vivía encerrada en mi casa, cuidando a mis hijos pequeños. Sé coser y mi sueño era tener un pequeño taller… me hubiese ayudado que alguien me diera una mano… Hoy tengo mi trabajo, pero no olvidé lo que viví y, pienso que muchas personas tienen su sueño, quiero ayudarlas a que lo realicen… tal vez después de un tiempo, que vea a más personas encaminadas y trabajando juntas, me dedique a mis sueños…

Me lo dijo Margarita, quien es actualmente coordinadora de un centro de créditos Grameen en un lugar del país.

Darle una mano a Margarita, es una oportunidad para construir una sociedad diferente. Siempre que se realicen acciones coordinadas con horizonte de futuro, caso contrario es posible caer en la dádiva o incluso en la caridad, que sin menospreciar su valor, es imprescindible diferenciar la ocasión que la requiere.

Es posible, que cumpliendo un sueño particular no logremos una solución representativa frente a toda una problemática, como lo es la situación de aislamiento y pobreza por la que atraviesan personas y comunidades enteras en este país. Sin embargo, recordemos que, los sueños no se realizan en soledad. Todo negocio necesita clientes, proveedores y una red de relaciones. Articular con éxito esta red de relaciones conduce a cumplir un sueño, que más otro, más otro…y más otro… generan un movimiento económico y construyen una economía popular como primer eslabón de futuro posible.

Antes de tentarnos a colaborar económicamente por un compromiso de Responsabilidad Social. Sugiero detenerse a analizar que parte del mismo implica la consideración del impacto, positivo o negativo, de la decisión que tomamos.

Margarita en ningún momento mencionó que necesitaba dinero, dijo necesitar que le “dieran una mano”. Aún cuando pareciera el recurso económico una posible solución, no lo es. La alternativa se encuentra en promover, de la forma como nos resulta oportuno a cada uno de nosotros, un trabajo mediante el cual se brinden oportunidades a las personas, no de trabajar, si no más bien de expandir sus capacidades y habilidades propias como herramienta primordial para el desarrollo. Lo cual resultaría una inversión en inclusión social.

Construir un horizonte de futuro para quienes se encuentran aislados y en situación de pobreza, requiere trabajo y tiempo, de forma que las personas logren expandir sus capacidades por sí mismas. No se dará en un día, ni en una semana, ni en un mes. Son inversiones a largo plazo, planificadas y organizadas.

Si bien, hace varios años se comentan, las diferentes acciones en Responsabilidad Social que realizan en Argentina. Es a la fecha que continúa resultando un tema de incipiente desarrollo, que refleja escasa visión en el resultado de las decisiones tomadas en este sentido. Es así, que contamos con muy pocas inversiones en proyectos de verdadero impacto social a largo plazo. Acciones aisladas es común en el mapa de actividades de las organizaciones.

¿Qué significa invertir en Responsabilidad Social? La línea entre este concepto y el asistencialismo es tan fina y, por diferentes razones, muchas veces se cae en la segunda.

Las tres variables de la Inversión en Responsabilidad Social:

1- Rendimiento esperado: Tener claridad en la compensación obtenida por la inversión, su rentabilidad o impacto social positivo a largo plazo; 2- Riesgo aceptado: De no cumplirse la premisa anterior, cual es el beneficio mínimo que espero lograr y 3- Horizonte de futuro: Planificación a corto, mediano y largo plazo de los beneficios durante el periodo de la inversión y una vez terminada la misma.

María Inés Nevarez-Directora Ejecutiva de la Fundación Grameen Argentina

Tomado de: http://www.cronista.com

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