Nuestro propósito y el entorno en el que nos movemos

Tania Monroy
Escrito por Tania Monroy

Young businesswoman with suitcase pulling Earth planet with lead. Elements of this image are furnished by NASA

La vida requiere un propósito, algo en que enfocar nuestra energía y nuestra vida.

Alguna vez un amigo holandés me dijo “kip zonder kop” (“no puedes ir por el mundo como gallina sin cabeza”). Esta frase, y la imagen que vino a mi mente, me dio mucha risa porque es verdad, así parece que algunas veces vamos por la vida. Como que seguimos un esfuerzo, un ritmo, un caminar de aquí para allá, sin un rumbo determinado.

Al pensar en esa frase “gallina sin cabeza” llegó a mi mente otra imagen y es ese esfuerzo que hacemos, similar al esfuerzo de halar y halar una carreta que no se mueve. Por más esfuerzo que hagamos, la carreta se mantiene en el mismo lugar. Hacemos esfuerzos absurdos y nada sucede, nada pasa. Aprendemos que el esfuerzo sin enfoque no produce resultados.

También sucede muchas veces que la vida nos lleva por el camino del esfuerzo y del trabajo orientado y, a pesar de tener clarísima la meta y el punto a dónde queremos llegar, descubrimos que transitamos ese camino porque esperamos recibir una palmadita en la espalda. Sí, nos sentimos orgullosos, pero ese aplauso no viene de nosotros mismos sino de aquel que definió esa meta, una meta y un enfoque que no nos pertenece y por tanto lo que esperamos es el reconocimiento de otro.

Sentimos felicidad por el reconocimiento que nos dan, pero así como llega desaparece porque el logro no es nuestro sino de otros.

Hay otra sensación, una sensación maravillosa, cuando la meta y el enfoque sale de tu propio ser. Has buscado entender y conocer quién eres y a qué has venido al mundo y descubres que puedes enfocar tu trabajo guiado por propósitos, intenciones y pensamientos profundos orientados por el ser. Es un camino propio, un reconocimiento propio. Ese reconocimiento viene de ti, de lo más profundo de tu ser. Es ese propósito por el que has aterrizado en este mundo. Quizás es vivir de manera enfocada y vivir buscando que cuando llegues, el reconocimiento viene de lo más profundo de ti. Es una sensación de estar en el flujo correcto, en el camino correcto. Es ese gozo y esa alegría que produce caminar por donde tu ser más profundo lo ha indicado.

Ahora que hemos hablado de “andar como gallina sin cabeza”, de “andar con un ideal prestado” y de “andar con un propósito personal”, hablemos de los entornos que propician poder realizar aquel ideal propio.

Seguramente muchos de nosotros hemos tenido experiencias en las que sentimos que el espacio donde estamos y las personas con las que compartimos son como un bálsamo y una fuente de inspiración para ser y dar lo mejor de nosotros mismos.

Esa sensación es deliciosa. No queremos parar de trabajar y de seguir siendo aquello que estamos buscando. Es como entrar en un estado que un autor llamó “estado de flujo” donde avanzamos y evolucionamos hasta que lo que buscamos se logra en las dimensiones que esperamos. Es una sensación fantástica y quisiéramos estar siempre en esos ambiente, sin embargo, no es la regla sino la excepción.

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A veces la vida nos pone en circunstancias difíciles en las cuales se pone a prueba la claridad de nuestro propósito y las personas que nos rodean. Pareciera que las circunstancias y los entornos estuvieran en contra de aquello que buscamos. Y si lo permitimos nos lleva a olvidarnos de nuestro propósito y comenzamos a divagar por el mundo como gallinas sin cabeza, o peor aún, nos dejamos contaminar al punto que perdemos la claridad y terminamos adueñándonos de ideales que no son nuestros.
El entorno, el ambiente y la cultura tienen una gran influencia sobre lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos.

¿Qué debemos hacer para mantener esa claridad y no dejarnos llevar por algo que está fuera de nosotros y que puede distorsionar nuestro entendimiento y nuestro camino?

Reconocer el ambiente y lo que éste nos produce. Estar conscientes y reconocer qué viene de afuera y qué es lo que realmente nace de lo más profundo de nuestro ser. 

“Las decisiones, no las condiciones, determinan quiénes somos” VIKTOR FRANKL

A veces la vida y el entorno se mimetizan y nos afectan que ni cuenta nos damos. Nos sucede como el cuento aquel de la rana que estaba feliz nadando en su agua fría y de un momento a otro le prendieron el fogón, el agua se fue calentando tan lentamente que la rana no se dio cuenta porque se estaba dejando llevar por la sensación agradable del agua tibia hasta que finalmente se cocinó en ese ambiente y no se dio cuenta en qué momento sucedió.

Find Your Purpose sign on desert road

Eso también puede pasar con nosotros. Si no somos conscientes de los efectos que pueden producir en nuestro ser las circunstancias externas y no logramos ver que esa afectación tiene un impacto en nuestro comportamiento, podemos terminar siendo esclavos de un comportamiento que adquirimos sin ser conscientes de ello.

La consciencia nos permite avanzar en aquello que llamamos libertad, en poder tomar la actitud y actuar de acuerdo con nuestro propósito.

¿Alguna vez te haz puesto a pensar cuál es tu propósito? ¿Por qué estás aquí?

¿Cuál es la contribución que haces desde el lugar donde laboras, en tu familia, en tu comunidad?

¿En qué tipo de entornos te desenvuelves? ¿Cómo contribuyes a mejorar esos entornos?

Para terminar los dejo con esta frase “La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por falta de significado y propósito” tomada del libro de VIKTOR FRANKL, el hombre en busca de sentido.

Hasta pronto!

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